¿Cuándo fue la última vez que evaluaste tu manera de estudiar? Sí, evaluar. Quiero decir, que lo clasificaste como eficaz o ineficaz. ¿Realmente sabes si tu manera de estudio es buena para ti y te está funcionando?
La mayoría de nosotros nos sentamos a estudiar en piloto automático. Tocamos (bailamos, actuamos, pintamos, escribimos…) de principio a fin. Y si hay algo que no nos gusta, paramos y repetimos el pasaje hasta que suena mejor. Y retomamos hasta el siguiente punto que no nos gusta y hacemos de nuevo el mismo proceso. Pero no nos preguntamos por más detalles. Simplemente es “no me gusta como suena, voy a parar”. ¿Te has preguntado qué es lo que no te gusta? Hay muchísimos factores: velocidad, dinámica, acentuación, ritmo, interpretación…
Ir sin control solo sirve para pasar una y otra vez por el mismo proceso y obtener, de nuevo, el mismo resultado con el que, déjame decirte, no estamos nada contentos.
Una práctica de estudio centrada requiere de ciertos elementos. Lápiz, goma, partitura. Ok. Eso ya. Instrumento. Vale. Y cabeza. Y concentración, para saber qué estamos haciendo y porqué.
Cinco minutos de concentración hacen más que una hora de estudio mecánico, porque estás pendiente a todo lo que tiene que ver con tu práctica: desde la parte física (dedos, postura, colocación, comodidad, fuerza…) hasta la mental (sonido, ataque, velocidad, ritmo…).
Así que sí. Eso de “quien estudia más horas estudia más”. Sí, es cierto. Pero no mejor. Trata de poner foco en tu práctica. ¿Cómo? Organizando tu estudio. Teniendo un ataque de sinceridad contigo, reconociendo cuáles son esos pasajes que te cuestan y analizando el verdadero motivo: razones de técnica, velocidad, ritmo. El que sea o los que sean, pues puede ser más de uno.
Pasar una y otra vez por el mismo pasaje sabiendo que hay algo mal, pero no reconociendo el qué, solo nos lleva a un estudio superficial que no solucionará el problema: lo agravará.
Y por supuesto, no me hagas caso a mí, sino al maestro Auer: “Es mejor tocar con concentración por dos horas que practicar ocho sin ella.
